Colombia hacia la izquierda radical, este domingo presenció la elección más extraña de toda su historia.

11:31 PM

El senador y exguerrillero Gustavo Petro, vencedor en la primera vuelta de este domingo, disputará en un balotaje la presidencia de Colombia con Rodolfo Hernández, un millonario que sacó sorpresivamente a la derecha de la carrera por el poder.

Según los últimos resultados de la Registraduría Nacional del Estado Civil en su página oficial, los dos candidatos a la Presidencia de la República de Colombia que se van a una segunda vuelta son Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.

En el preconteo de la Registraduría Nacional, con el 96,1 % de las mesas informadas, Gustavo Petro tiene la ventaja con el 40,34 % equivalente a 8.230.461 del total de votos contados. Por su parte, el ingeniero, Rodolfo Hernández, tiene el 28,08 % con 5.730.868 votos.

Hernández derrotó a Federico Gutiérrez (23,8%) y a Sergio Fajardo (4,2%), el aspirante de centro.

Petro, de 62 años, y Hernández, de 77, se medirán en un balotaje para elegir al sucesor de Iván Duque.

Ahora bien, el candidato Hernández podría obtener un fuerte respaldo de gran parte de quienes votaron por Fico (23,8%), lo cual superaría con creces el porciento de Petro.

RCN Noticias destaca que, "los votos por Fico son en su mayoría de derecha", de ahí que con un electorado que "aborrece a Gustavo Petro y no imagina un país gobernado por el líder de izquierda. Cinco millones de votos en promedio que se sumarían a Rodolfo Hernández y le darían un total aproximado de 11 millones de votos, lo que le sería suficiente para ser el próximo presidente".

El punto, plantea dicho medio, es que Petro tiene un techo de votos de casi 8,5 millones, y por otro lado Hernández cuenta con más posibilidades de crecer con los votos de Fico.

"Federico Gutiérrez sumó en promedio 5 millones de votos, mientras que Sergio Fajardo estuvo cerca de llegar a un millón. De estos seis millones, los de Fajardo se dividirían entre Rodolfo y Petro, mientras que de los de Fico se podría decir que en su mayoría van para el exalcalde de Bucaramanga", agregó la página.

Este domingo Colombia presenció la elección más extraña de toda su historia.

En un país que por décadas había sido calificado como el más conservador del hemisferio, una mayoría de alrededor del 70% de votantes desilusionados con el statu quo dieron no una, sino dos estocadas fulminantes a una tradición electoral que llevaba dos siglos eligiendo a un representante de "los mismos de siempre".

La que se presagia como una muy disputada segunda ronda de las elecciones el 19 de junio enfrentará a Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, cuyos proyectos han ilusionado a la mayoría de los votantes en primera vuelta.

No tienen mucho en común, excepto que son la manifestación tangible de un voto "antisistema", de rechazo a muchos baluartes tradicionales de la política colombiana.

Un país que desde la época de Simón Bolívar y las guerras de independencia se jactaba de preferir el conservatismo moderado a los extremos en la política, este domingo voto por un líder izquierdista que promete una democratización económica radical del país.

Petro se lanzó a la Presidencia con el partido Pacto Histórico mientras que Hernández está representando al partido LIGA (Liga de Gobernantes Anticorrupción).

Así las cosas, el próximo 19 de junio los colombianos en territorio nacional y quienes viven en el extranjero tendrán la oportunidad de votar en segunda vuelta para conocer quién será el próximo presidente de la República 2022 - 2026.

9:45 AM

Todas las elecciones son históricas, pero unas más que otras. Todas las elecciones buscan un cambio, pero unas más que otras.

Lo que vive Colombia este domingo en las presidenciales promete ser histórico, por la dimensión del cambio que puede significar.

Todos los candidatos, incluidos aquellos cercanos al gobierno saliente de Iván Duque, proponen un cambio; sea este moderado, profundo o conservador. Pero cambio.

Más del 85% de los colombianos piensa, según la encuesta Invamer, que el país va por mal camino. Desde los años 90, el momento más agudo del conflicto armado, no se reportaban números de pesimismo tan altos.

La política colombiana, a pesar del récord de violencia, se ha destacado por ser una de las más estables de América Latina: acá no hubo golpes de Estado, ni regímenes de facto, ni un gobierno que marcara una ruptura con los anteriores.

Pero esa estabilidad, también manifiesta en una economía sin altibajos, tiene sus críticos. O es considerada una "farsa" por una gran cantidad de colombianos que aluden a la violencia y a la desigualdad, una de las más altas del mundo, como resultados de gobiernos "oligárquicos" y "corruptos".

Esos colombianos, la mayoría de ellos jóvenes, ahora parecen empoderados. Muchos de ellos llenaron las calles en 2019 y 2021, en olas de protestas inéditas para un país ensimismado por la guerra durante décadas.

El proceso de paz firmado con la guerrilla en 2016 parece haber abierto una caja de pandora de demandas sociales, económicas y culturales.

Al sentimiento de indignación hacia lo que acá llaman "el establecimiento" se añaden dos elementos sensibles: la crisis económica heredada de la pandemia, que aumentó el desempleo, la pobreza y la informalidad laboral, y un conflicto armado que amenaza con resurgir.

Todo esto ha hecho que los colombianos, en contra de todo pronóstico, se hayan puesto de acuerdo en algo: que hay que cambiar.

La pregunta, y eso es lo que tendrán que definir en estas presidenciales, es cómo y cuánto.

Los tipos de cambio

Las encuestas vaticinan que la de este domingo será la primera de dos rondas electorales. Para ganar en primera vuelta se necesita la mitad más uno de los votos, una ventaja que, según las encuestas, ningún candidato tiene a su favor.

En el tarjetón habrá ocho opciones, pero dos de ellas ya se retiraron.

Para sumar a las facetas inéditas de esta elección está que por primera vez existe un manto de dudas sobre el proceso electoral: los candidatos han declarado estar preocupados por la falta de garantías del sistema de votación. El terreno, quizá en como ninguna otra elección reciente, está embarrado.

El líder de las encuestas es Gustavo Petro, un viejo conocido de la política nacional cuyo triunfo, sin embargo, significaría una ruptura en la historia. La larga campaña ha estado marcada por su figura, que desafía a los gobernantes "de siempre". Incluso existe la mínima posibilidad de que gane en primera vuelta.

Un gobierno de izquierda como el que él propone sería un hito histórico para un país sin experiencias realmente progresistas o revolucionarias en el poder. Muchos lo ven como "un salto al vacío".

Exguerrillero del M19, valiente congresista y polémico alcalde de Bogotá entre 2012 y 2016, Petro ha hecho una carrera política a partir del enfrentamiento con la clase política gobernante y de la denuncia de la corrupción y la violación de derechos humanos.

Esta es la tercera vez que se lanza a la presidencia. Ahora propone un "pacto histórico" que congregue "diferentes", al que se han adherido políticos de todas las ramas, incluidos algunos cuestionados en el pasado por el mismo Petro.

Su personalidad, catalogada por algunos como de "déspota" y "megalómana", le genera un rechazo y una desconfianza que pueden pasarle factura en segunda vuelta.

El economista, especializado en medio ambiente, propone profundas reformas en pensiones, salud, educación, impuestos y subsidios. Promete una reforma agraria, pendiente por décadas en un país de enorme desigualdad en la propiedad de la tierra. Asegura que va a transformar la economía extractiva basada en exportaciones por una industrialista y agrícola con altos aranceles a las importaciones.

Su programa, de ser ejecutado, supondría un shock para un modelo económico que no sufrió grandes cambios por décadas. Un programa que asusta a algunos e ilusiona a otros. Y que vaticina un choque de poderes que puede traducirse en ingobernabilidad.

"Llegó el momento", pregonó Petro en su cierre de campaña en Bogotá. "No necesitamos fusiles como ellos ni apuntar con una escopeta de gases lacrimógenos a nadie. Ni todos los fusiles juntos podrían cambiar la historia como sí lo puede cambiar un esfero (un bolígrafo). Un esfero es más importante que un fusil y lo vamos a demostrar".

"El domingo cambiaremos la historia de Colombia", dijo.

En el segundo lugar de las encuestas está Federico Gutiérrez, mejor conocido como "Fico".

Alcalde de Medellín entre 2016 y 2019, Gutiérrez es el candidato más cercano a la derecha gobernante, aunque él se percibe como una opción de "cambio responsable" que busca "cambiar lo que no sirve y mejorar lo que sí sirve", sobre todo en términos de seguridad y creación de empleo.

El ingeniero civil de 47 años se presenta como el "presidente de la gente" y usa un lenguaje simple e informal para sustentarlo. Dice haber ejecutado el 95% de su plan como alcalde. Su gran ventaja es el apoyo de los partidos tradicionales y las grandes élites regionales ligadas al empresariado. Esa es la fuerza que ha definido quién es presidente prácticamente toda la vida.

"Sí necesitamos el cambio", exclamó en su arenga de cierre en Medellín.

"Un cambio que signifique un país sin hambre, sin odios, sin discursos de lucha de clases, sin corruptos y sin violentos".

"Unamos a Colombia", clamó, en lo que ha sido una de sus principales líneas de campaña: la unión.

El tercero en la mayoría de las encuestas es Rodolfo Hernández, una de las revelaciones de la elección.

De 77 años, el empresario de finca raíz y exalcalde de Bucaramanga ha hecho una campaña novedosa a través de TikTok, ejecutada por decenas de jóvenes que él llama "la muchachada" y en la que se presenta como un arrollador de la corrupción. Un personaje del común hastiado con quienes gobernaron este país.

No es claro si es de derecha o de izquierda, si votó sí o no por el acuerdo paz de 2016 con la guerrilla, pero promete reducir el gasto público, bajar impuestos, condonar deudas estudiantiles, modificar las prisiones y negociar con las guerrillas vigentes.

Desconocido a nivel nacional hace seis meses, el discurso chabacano y vehemente de Hernández parece seducir a la gente, de edades y clases diversas, sin ideología política pero preocupada por la corrupción y el clientelismo históricos. La gente que ve atractivo un candidato diferente, un "outsider".

Si avanza a la segunda vuelta, como revelaron algunas encuestas justo antes de la veda electoral hace una semana, sería un sacudón para la campaña. El timing de su subida pudo haber sido perfecto.

Un país distinto

Aunque históricamente la abstención en Colombia ha sido alta, hasta ahora los colombianos nunca eligieron una opción de cambio tan drástica como la que podrían significar Petro o Hernández.

Solo el hecho de que ellos tengan opciones de ganar ya es un desarrollo histórico.

El hartazgo con el estado de las cosas es notable e inédito. Pero además se da tras una profunda transformación de las prioridades y preocupaciones de la gente.

Durante décadas los presidentes fueron elegidos por su postura ante el conflicto armado, las guerrillas, el terrorismo. Eso explica la inmensa popularidad de Álvaro Uribe en los últimos 20 años.

Pero este año la cosa cambió. Uribe, de hecho, está casi ausente en la campaña. El silencio sobre la guerra asombra. En su lugar se habla de pensiones, racismo, desigualdad, corrupción, medio ambiente.

Los colombianos, por primera vez, esperan cambios de fondo en estos temas. Y ahora irán a las urnas en busca de alguien que pueda ejecutarlos.

El país ya cambió. Ahora veremos si sus gobernantes también.

BBC

29 de mayo 2022